«Planas del Rey es un microcosmos de Europa»
Esta fórmula, escuchada en el transcurso de una conversación, merece nuestra atención. Resume por sí sola las tensiones, las esperanzas frustradas y la complejidad institucional que viven a diario los habitantes de Planas del Rey.
Un espacio fragmentado, con responsabilidades compartidas
Al igual que Europa, Planas es una construcción inacabada.
Las competencias están repartidas entre el ayuntamiento, la región, las empresas de gestión, los promotores históricos y los propietarios.
Resultado: nadie asume realmente la responsabilidad, ni del pasado ni de los problemas actuales.
Promesas incumplidas
El proyecto inicial era atractivo: naturaleza, mar, sol, confort.
Como en la integración europea, se prometía modernidad y calidad de vida.
Pero sin seguimiento ni una visión a largo plazo, el sueño se resquebrajó.
Una gobernanza difusa ha producido un sistema frágil, actualmente en crisis.
Una belleza superficial que oculta fallos profundos
Las calles tranquilas y los pinos no deben ocultar una realidad menos halagüeña:
fundaciones jurídicas defectuosas, redes de infraestructura envejecidas o inexistentes, confusión administrativa.
En Planas, como en Europa, las apariencias pueden ocultar debilidades estructurales importantes.
Una complejidad que impide actuar
Planas es un sistema donde las soluciones simples se vuelven imposibles
debido a una maraña de antiguos acuerdos, leyes contradictorias e intereses divergentes.
La tecnocracia bloquea la democracia, como a veces se reprocha a Bruselas.
Un llamado a un impulso colectivo
Pero esta comparación también puede ser fuente de esperanza.
Si Planas es un microcosmos de Europa, entonces convirtámoslo en un ejemplo de recuperación colectiva, un terreno de reparación democrática y de solidaridad concreta.
Planas puede convertirse en un laboratorio de soluciones locales para problemas globales.
Pero para ello, es necesario que los ciudadanos, los representantes públicos y las instituciones decidan actuar juntos.